Nuestros hijos e hijas crecen en entornos en los que, habitualmente se originan conflictos en sus relaciones. Esto es necesario para su desarrollo, ya que les ayuda a enfrentar situaciones que les ayudarán a adquirir competencias como el dialogo, la confrontación o la asertividad. Pero hay conflictos que pueden generar un daño más profundo, por lo que es importante que se aborden de una manera adecuada. Este es el caso del Bullying.
Centrándonos en los enfrentamientos que surgen en la infancia y adolescencia, es fundamental la gestión de los conflictos que pudieran surgir en los diferentes espacios de convivencia como son los centros educativos, pues en esta interacción se producen aprendizajes que pueden marcar su desarrollo de la identidad, su autoestima o su rendimiento académico.
¿Qué es el Bullying?
El acoso escolar surge a través de comportamientos violentos originados por el alumnado hacia otros y otras. Es fundamental distinguir entre las distintas situaciones conflictivas, discriminando entre las que se engloban dentro del fenómeno de acoso escolar y las que no lo son.
En 1993, Dan Olweus, una de las personas pioneras en investigación sobre el bullying lo define como “maltrato o abuso entre iguales, una conducta de persecución física y/o psicológica que realiza el alumno o alumna contra otro, al que elige como víctima de repetidos ataques” evolucionando su definición en 1998 de la siguiente manera: “un alumno es agredido o se convierte en víctima cuando está expuesto de forma repetida y durante un tiempo, a acciones repetidas que lleva a cabo otro alumno o alumna o varios de ellos”.
Analizando las definiciones más actuales sobre el acoso escolar, en 2016, citado por Save the Children, Sastre et al. lo exponen de la siguiente manera: “El acoso (bullying) es un comportamiento realizado por un individuo o un grupo que se repite en el tiempo para lastimar, acosar, amenazar, asustar o meterse con otra persona con la intención de causarle daño. Es diferente de otras conductas agresivas porque implica desequilibrio de poder que deja a la víctima indefensa”.
Teniendo presentes las definiciones de diferentes profesionales sobre el acoso escolar, podemos recalcar tres indicadores principales a tener en cuenta para distinguir una situación de bullying de otras más puntuales:
- Desequilibrio de poder entre la persona que ejerce el acoso escolar y aquella que lo sufre.
- Los actos de bullying se repiten en el tiempo.
- Existe intencionalidad por parte del agresor de producir daño, así como las consecuencias negativas que conlleva.
Riesgos del bullying
Las conductas presentes en menores que sufren bullying están reflejando muchas semejanzas, así como imitación de comportamientos ante la misma realidad. Esto implica un peligro de aumento en las situaciones de violencia o de conductas de riesgo frente a la misma (autolesiones, intentos de suicidio, etc.).
Así mismo, a esta problemática que ha sido objeto de multitud de investigaciones se suma con motivo de la implementación de las tecnologías, el fenómeno del ciberacoso. La presencia de los niños, niñas y adolescentes en las redes sociales amplifica este fenómeno, haciendo más intensa la exposición al bullying (se pierden los espacios libres de acoso) y, en muchas ocasiones, incrementándose el aislamiento social de las víctimas.
¿Cómo proteger en el Bullying?
En la actualidad, con motivo de la gravedad del fenómeno del bullying, existe mucha alarma social respecto a las situaciones que lo son por lo que como madres y padres podemos seguir algunos tips para detectar la problemática con mayor claridad:
- No alarmarnos, identificar y analizar las características propias del fenómeno
- Distinguir las situaciones que presentan el fenómeno de aquellas que, aunque graves, no se engloban dentro del acoso escolar.
- Mantener abiertos los canales de comunicación con nuestros hijos e hijas, procurando no restar importancia a lo que nos cuenten.
- Coordinarnos con el centro educativo, manteniéndonos informados por el profesorado de las circunstancias y comportamientos que ocurran en él.
Algunos indicadores que pueden ayudarnos a identificar si nuestro hijo o hija está sufriendo acoso escolar pueden ser:
- Rechazo a asistencia al centro escolar.
- Mostrar mayor aislamiento y menor comunicación.
- Diferencias en las conductas habituales (alteraciones alimentarias, dificultades en la conciliación del sueño, etc.).
- Mayor reactividad y falta de control de la ira.
- Tristeza generalizada.
- Dolores de cabeza, estómago u otros de manera frecuente.
- Disminución del rendimiento escolar
Cabe destacar por otra parte, algunos de los Programas dirigidos a abordar la problemática del acoso escolar. En España se implementó en 2003 el Programa TEI, de convivencia para la prevención de la violencia y el acoso escolar en centros educativos de primaria y secundaria.
Así mismo, entre los Programas contra el acoso escolar que han demostrado mayor eficacia, desde el 2006, el Ministerio de Educación de Finlandia ha desarrollado un Programa contra el Acoso Escolar denominado Kiva.
Para finalizar, en este año 2023 se ha presentado un Informe sobre Convivencia Escolar en Educación Primaria a nivel estatal destacando a nivel general en esta etapa un clima bueno recogiendo las perspectivas de los diferentes agentes implicados respecto de las siguientes cuestiones: calidad y obstáculos de la convivencia, así como las condiciones para construir la misma. Este informe muestra que el 9,5% de los niños y niñas manifiestan haber sufrido acoso escolar, por lo que necesitamos seguir acompañándolos para que esta realidad pueda ser invertida.
Como madres y padres somos su principal factor de protección, por lo que necesitamos poner atención en el día a día y tomar las medidas adecuadas para evitar que estén en un lado o en otro de éste fenómeno, ya sean las personas víctimas o agresoras.