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Cómo comunicarse con adolescentes

¿Cómo influye la manera en la que nos comunicamos con nuestro hijo o nuestra hija adolescente?

Existen diferentes estudios llevados a cabo en los últimos años que afirman que la calidad de la comunicación entre la familia y los adolescentes es la clave para que exista una relación positiva y que se pueda influir en diferentes aspectos del desarrollo de nuestros hijos e hijas.    

Alguno de los indicadores clave en una buena comunicación pueden ser:  

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  • Ajuste psicológico:  Según la participación de los padres y las madres, su disponibilidad y la calidad de las relaciones encontramos repercusiones positivas en la autoestima de los adolescentes y las adolescentes y en aspectos concretos de su desarrollo. Si la juventud percibe que sus pensamientos y opiniones son validados, y en casa existe un ambiente familiar abierto y positivo, mostrarán altos niveles de autoestima. Así, si se da una buena comunicación por parte de ambos y se muestra interés, esto tiene una relación directa con un aumento del respeto y el cumplimiento de los límites y las normas por parte de los hijos y las hijas en el hogar. 

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  • Socialización El papel de la familia en el desarrollo de las habilidades para el manejo de los conflictos de los adolescentes es crucial, por lo que podemos ofrecerles la posibilidad de poder expresar su opinión y el punto de vista ante los mismos. 

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  • Conductas de riesgo: Una comunicación familiar saludable es indicador clave de si un adolescente o una adolescente puede llegar a involucrarse en conductas de alto riesgo. En el campo del consumo de tóxicos se destaca el importante papel protector de la familia como factor mediador de otros predictores de consumo, lo mismo con las relaciones sexuales precoces. 

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  • Conductas agresivas: En ocasiones el comportamiento desadaptativo y violento se asocia con prácticas educativas inapropiadas, una supervisión ineficaz y una orientación por parte de la familia, así como relaciones negativas entre los miembros de la misma 

  • Importante destacar la importancia de que la familia entienda que en este aspecto puede actuar como factor de protección contra este tipo de comportamientos violentos.  

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  • Formación de la identidad en la adolescencia: La forma en que nos relacionamos con nuestros hijos y nuestras hijas, repercutirá en la futura formación de la identidad de éstos y éstas. Los adolescentes cuya familia apoya su autonomía y se abstiene de usar el control psicológico, con mayor frecuencia se sienten libres de explorar y adoptar su propio sentido de identidad personal. Por el contrario, las familias que se entrometen en los pensamientos y sentimientos internos y aplican una cierta forma de pensar o actuar, tienen más probabilidades de inhibir la capacidad de los adolescentes y las adolescentes, lo que dificulta las decisiones relacionadas con la identidad. 

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  • Ajuste escolar: Los adolescentes y las adolescentes procedentes de familias con un estilo educativo democrático presentan un buen ajuste escolar, una adecuada competencia académica y orientación positiva hacia la escuela. Se muestran menos involucrados en episodios de malas conductas escolares y más enfocados a la consecución de objetivos de dominio y rendimiento.  

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    En ocasiones, la comunicación en la familia puede resultar difícil y frustrante, numerosos estudios constatan que la comunicación familiar es fundamental para facilitar su adecuado desarrollo socioemocional y la superación exitosa de esta etapa. 

¿Cómo es la comunicación en la etapa adolescente?

Forma parte de la adolescencia que éstos desafíen las reglas familiares preexistentes y exijan mayor libertad y autonomía. Es habitual que la familia sienta frustración por los cambios en su forma de comunicarse, pero este proceso requiere tiempo y ajustes constantes. Muchas familias sienten a sus hijos y a sus hijas distantes, reactivos, por lo que se sienten confundidos ante su conducta y no saben cómo actuar.     

En la etapa de la adolescencia existe una diferenciación con los roles paternos y maternos ya que se busca una identidad propia. Esa búsqueda de identidad a veces supone chocar con los valores, o las normas generando conflictos. También puede existir un alejamiento y que ya no quieran exteriorizar muestras de cariño.    

  • Se hace especialmente necesario que la familia intente ponerse en el lugar de los hijos y las hijas, intentando conocer y comprender esta etapa de desarrollo para poder dar significado a conductas inherentes a la adolescencia y que en un primer momento pueden dar la sensación de ser transgresoras, provocadoras y conflictivas.  

Algunas actitudes habituales con la llegada de la adolescencia son motivo de preocupación para la mayoría de las familias las cuales nos hacen sentir que:

Se niega o se cierra ante los intentos de comunicación por parte de los padres y las madres: sienten preocupación acerca del silencio de sus hijos e hijas, creyendo que puede sucederles algo.    

La comunicación debe producirse doblemente, se aconseja que nosotros como padres y nosotras como madres también compartamos nuestras inquietudes con nuestros hijos e hijas para servir de modelo. Recomendamos tener paciencia, mostrar disponibilidad, curiosidad real y utilizar el modelaje.  

Nunca está disponible: puede dar la impresión de que siempre tienen otros planes, que tiene más conexión con sus amigos y amigas, dejando en un segundo plano a la familia.  Podemos pasar de relaciones muy estrechas a una marcada distancia en la adolescencia. Es importante aprender a respetar su necesidad de espacio. Se  recomienda mostrar interés por sus aficiones e intereses y no olvidarnos de proponer actividades que podamos realizar conjuntamente.  

Están de mal humor y que saltan a la mínima: La adolescencia es una etapa de múltiples cambios no solo sociales, sino físicos, biológicos y neurológicos que hacen que algunos y algunas adolescentes estén especialmente sensibles o reactivos y reactivas emocionalmente. Es aconsejable no tomarnos esto como algo personal, aunque esto no significa que debamos tolerar conductas agresivas o reacciones muy desproporcionadas, sino que es aconsejable mantener la calma y desdramatizar ciertas reacciones, si ante determinados comportamientos nos mantenemos serenos y serenas, estaremos enseñando a nuestro hijo o nuestra hija a autorregularse, y responder de otra manera ante situaciones de elevada carga emocional.     

Las negociaciones son batallas perdidas: en su búsqueda de autonomía e identidad es habitual que empiece a cuestionar las reglas y normas familiares establecidas. Puede o no rebelarse por sistema, pero lo habitual es que ese desafío se haga para evidenciar el cambio de etapa. Es muy importante saber elegir las batallas que queremos luchar, pactar una serie de normas inamovibles y establecer las consecuencias por su transgresión puede ser una buena base y, a partir de ahí, estar abiertos y abiertas a la negociación.  

Es aconsejable quedarnos con lo importante que es la comunicación en familia. Sentir que no podemos impedir que cometan errores es inevitable, pero es fundamental que aprendamos a ir tolerando las decisiones que tomen, a pesar de sentir que se están equivocando, para que adquieran competencias de autonomía y autorregulación. Que experimenten en su propia persona las consecuencias de sus decisiones y aprendan a tolerar la frustración es una manera de convertirles en personas competentes y con capacidad para gestionar y resolver conflictos.  

Esto es fundamental desde edades tempranas, ya que ayuda a que las personas vayan forjando su propia personalidad y eligiendo su identidad, y puedan tener una autoestima positiva para poder mantener el equilibrio ante las diferentes situaciones de la vida. 

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