Cómo explicar el proceso de enfermedad avanzada y la muerte de un ser querido

Ante el proceso de enfermedad y/o muerte de un familiar cercano o una amistad, los padres y las madres dudamos de si comunicar la noticia a nuestros hijos e hijas y, en caso de decidir hacerlo, cuál es la mejor forma. Es normal que sintamos en estos momentos que no disponemos de las herramientas necesarias y que sintamos ansiedad e inseguridad ante esta situación.

Ante todo, destacar que no hay una respuesta definitiva a cómo abordar esta situación, ello dependerá de la cultura en la que estemos inmersos e inmersas, creencias y valores que tenemos, así como factores sociales, personales, emocionales y espirituales.

En caso de no saber qué responder ante sus dudas y preguntas sobre la muerte, podemos ser honestos y reconocerlo, siendo un aprendizaje de la incertidumbre de la vida.

Cuando los niños y las niñas no entienden algo, lo rellenan de fantasía e imaginación, reconstruyen historias a partir de recuerdos sueltos de conversaciones. Así mismo van a notar la tristeza y el dolor en el ambiente, que algo ha ocurrido.

Lo cierto es que los niños y las niñas desde muy temprana edad son conscientes de la muerte y de que algo pasa cuando una persona de la familia se encuentra enferma o ha fallecido. Pueden notar reacciones emocionales diferentes, en las personas adultas o la ausencia de seres queridos. Es fundamental brindar la información necesaria así como la oportunidad de expresar sus emociones y resolver sus dudas. Los niños y las niñas pueden interpretar la realidad de la enfermedad y de la muerte de una manera sesgada en base a sus creencias previas, llegando a generarse problemas. Al hablar sobre ello podemos evitar tabúes y limitaciones a la hora de comprender el significado de la muerte y los sentimientos que genera. Por ello es aconsejable mostrar abiertamente nuestros sentimientos como la tristeza, el llanto o el dolor, de esta manera comprenderán que la pérdida es algo que se siente y que todas las personas tenemos que pasar. Nuestros sentimientos y actitudes se transmiten a los niños y a las niñas, por lo que recordarán la forma en que hablamos y compartimos nuestras experiencias.

Antes de la muerte del ser querido

Cuando una persona cercana al niño o la niña está muy enferma en sus últimos días, nos preguntamos si es conveniente que el niño o la niña vea a la persona enferma o por el contrario es preferible evitar al menor o la menor la imagen del deterioro físico del ser querido para así evitar su impacto en él o en ella.

Profesionales socio-sanitarios consideran importante que los niños y las niñas   puedan acceder a las UCI, tanto pediátricas como de personas adultas, con el fin de despedirse, exceptuando los momentos previos a la muerte.

Es importante que, si la persona lleva tiempo ingresada, el niño o la niña haya ido periódicamente a visitar a su ser querido. Si sólo lo hace al final del proceso, el impacto que tendrá el encuentro en el menor o la menor podrá tener consecuencias negativas.

Por lo tanto, es conveniente que los niños y las niñas accedan a los hospitales y visiten a sus familiares en el proceso de su enfermedad, para darles la oportunidad de despedirse y porque les facilita asumir la realidad de la muerte. Pero deberemos de tener en cuenta una serie de consideraciones:

  1. Los niños y las niñas pueden entrar, siempre que se haya explicado antes todo lo que van a ver en el hospital, bien en la unidad de Cuidados Paliativos, UCI o la unidad en la que se encuentre el paciente o la paciente.
  2. Se ha de informar antes a los niños y las niñas del estado de su ser
  3. Cuando el proceso de enfermedad es largo, conviene que los niños y las niñas acudan a ver al enfermo o la enferma con regularidad, de esta manera se familiarizarán con el deterioro, reduciendo la intensidad del impacto.
  4. Si no es posible que acudan hasta el último momento, hay que prepararles y prepararlas ante el deterioro físico de su ser querido, así sabrán que la imagen que recuerdan del enfermo o la enferma no es la que van a ver.
  5. En caso de que la unidad hospitalaria de ingreso no permita el acceso a menores, es recomendable solicitar una excepción si para el niño o la niña es importante despedirse y puede ayudarle o ayudarla a afrontar el duelo.

Explicar la muerte a un niño o una niña: ¿Cómo abordarlo?

Una vez que la persona ha fallecido, independientemente de si el menor o la menor visitó a su familiar en el hospital, llega otro momento delicado para los padres y las madres. Las familias intentamos evitar que nuestros hijos y nuestras hijas pasen por una situación dolorosa, pero en muchas ocasiones, esta protección pasa por la evitación de la ansiedad que nos genera a las personas adultas la situación. Otro error que solemos cometer es mentir a los niños y las niñas y retrasar la comunicación de la muerte del ser querido. Aquí una serie de recomendaciones:

  1. Comunica la noticia lo antes posible, de forma clara y sin eufemismos.
  1. La persona que se lo comunique al menor o la menor deberá de ser una persona de su confianza, si las personas más cercanas, por ejemplo, los padres y las madres, no se encuentran en condiciones de hacerlo debido a su elevada activación emocional, se pueden apoyar en otra persona adulta de confianza, como un tío o una tía o un amigo cercano o una amiga cercana.
  2. Tener en cuenta la edad del niño o la niña para explicar la muerte:
    • De 0 a 2 años: se deberá de mantener sus rutinas y horarios. Así transmitiremos tranquilidad, seguridad y estabilidad en el ambiente.
    • De 2 a 6 años: debemos estar preparados y preparadas para responder a sus dudas de la manera más clara posible, ya que esta es una edad en la que los niños y las niñas hacen muchas preguntas, así nuestros hijos y nuestras hijas verán la muerte como un hecho natural e
    • De 6 a 10 años: La capacidad cognitiva es mayor. Los niños y las niñas pueden solicitar participar en los rituales de despedida, en este caso habrá que explicar en qué consistirá con suficiente antelación. Si acuden al funeral, es importante que estén en compañía así como responder a sus preguntas.
    • De 10 a 13 años: En esta edad seremos un ejemplo para ellos y ellas a la hora de asumir una pérdida y seguir adelante. Es importante mantener cercanía así como escuchar y validar sus emociones.
  3. El menor o la menor puede atravesar diferentes fases en muy poco tiempo, son comunes conductas como la protesta, el miedo y la vuelta a la Cada niño y niña es diferente y pueden expresar sus sentimientos de diferente manera. Como padres y madres nos interesa conocer y transmitir apoyo en cada momento.
  4. Es fundamental prestar atención a sus reacciones emocionales, en caso de que estas sean excesivamente intensas, o que pasado un tiempo prudencial no remitan o incluso se amplifiquen, deberemos solicitar ayuda profesional.
  5. Procura volver a la rutina y a la normalidad lo antes Aunque los primeros días necesitemos una mayor comprensión siendo más flexibles.
  6. Dejar claro que la muerte es un hecho universal e irreversible, el primer encuentro del niño o la niña con la muerte provoca cuestiones sobre su propia vida y la de sus progenitores y progenitoras. Evitar frases como “yo nunca me voy a morir y siempre estaré contigo”, ya que no es real.
  7. Evitar el sentimiento de culpa en el menor o la menor. Pueden llegar a sentirse responsables de la muerte si en algún momento, por ejemplo, han sentido enfado con la persona
  8. Hay que dejar claro que pueden preguntar lo que quieran, cuando quieran y dar espacio para que expresen sus sentimientos para disminuir su angustia e incertidumbre.
  9. Es importante su inclusión en el ritual de duelo: No es aconsejable obligar a un niño o niña que está asustado o asustada a acudir al velatorio o al entierro. Sin embargo, es recomendable que, aunque no acuda al acto social, participe en algún ritual o ceremonia de despedida como un dibujo, una carta o lo que apetezca para despedirse. Esto ayuda en el proceso de duelo por el fallecimiento de su ser querido. Si decide asistir, se debe explicar con antelación qué verá y qué escuchará: personas muy tristes, flores, velas, una caja de madera, etc. Que tenga la compañía de alguien cercano que se pueda hacer cargo de sus preguntas y la expresión de sus emociones. Dar la oportunidad de abandonar el funeral o el velatorio en cualquier momento que lo soliciten.

La participación en los ritos es un modo de rendir homenaje a la persona fallecida, es saludable y abre un proceso de duelo que es importante que se permita a los niños y las niñas.

Señales de alerta

Existen determinadas señales que si se prolongan durante el tiempo deberían alertarnos para buscar la ayuda de un personal profesional especializado que ayude al niño o la niña a sobrellevar este proceso de duelo:

  • Llanto frecuente y
  • Rabietas y pataletas frecuentes y
  • Comportamiento más infantil del habitual (hacerse pis por la noche, pedir ayuda para comer, vestirse, lenguaje de bebé…).
  • Apatía y Pérdida de interés por las actividades habituales.
  • Irritabilidad
  • Alteraciones del sueño (insomnio, pesadillas, terrores ..).
  • Miedo a quedarse solo y sola.
  • Problemas escolares: peor rendimiento escolar, falta de asistencia a la escuela, incapacidad para concentrarse y prestar atención en clase.

Autor: Sergio Saiz Pérez

Psicólogo General Sanitario y padre participante del PAIF

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