Aunque existen muchos tipos de familias y éstas pueden estar compuestas de diferentes maneras, según la Encuesta Continua de Hogares (INE), en el 75% de los hogares cántabros la crianza se realiza en pareja. Por eso, cuando hablamos de apoyar a las familias es importante atender no sólo las necesidades que tienen los hijos y las hijas, si no las de todas las personas que las conforman y esto, incluye en su caso, a las parejas.
La búsqueda del equilibrio familiar
Cuando dos personas deciden formar una familia, se genera una unión de dos individualidades distintas, cada una con su forma de pensar, de sentir y de entender el mundo. Esto puede suponer un reto, ya que hace necesario comprender y aceptar las diferencias y buscar un equilibrio que posibilite la convivencia. Pero cuando llega un nuevo miembro a la familia, el reto se hace aún mayor, la familia se transforma y pueden aparecer tensiones nuevas, diferentes puntos de vista que no se habían vivido anteriormente.
La crianza en pareja suele estar llena de emociones positivas y de momentos agradables, sin embargo, también surgen conflictos y discusiones que pueden generar malestar en la relación y afectar en la forma en la que nos relacionamos con nuestros hijos o hijas. La familia es un sistema dinámico en el que las vivencias, los estados emocionales o los cambios que experimenta cada miembro influyen en el resto, por lo que, si queremos generar un ambiente de seguridad y confianza para los niños y las niñas, es importante cuidar todas las relaciones que se establecen en ella. De esta manera, una discusión o una falta de respeto generan sensaciones desagradables en la dinámica familiar.
Criar desde la corresponsabilidad
La crianza con una la implicación por ambas partes sin que surjan diferencias puede ser algo poco realista, ya que tenemos mochilas distintas. La educación que hemos recibido, los modelos que tenemos en nuestra mente cuando pensamos en crianza, las expectativas que hemos generado o los estilos que utilizamos en ocasiones desencadenan tensiones. Esto no es malo, de hecho, es necesario. Si realmente queremos estar presentes y educar de forma consciente es fundamental asumir que nuestro punto de vista no es el único posible y que cuando se tiene la oportunidad de compartirlo con una pareja podemos complementarnos y enriquecernos.
Educar en pareja permite compartir responsabilidades, sentir comprensión y apoyo o disfrutar de momentos individuales gracias a la alternancia con la otra persona. Para ello, es fundamental establecer una serie de premisas que nos ayuden a mantener una complicidad y a establecer objetivos comunes. Os presentamos algunos tips que pueden ayudar a disfrutar la crianza en pareja y evitar conflictos habituales:
La corresponsabilidad hay que trabajarla
Aunque hay personas que de forma natural tienden a identificar las necesidades, hacerse cargo de las tareas y asumir parte de la carga mental, habitualmente esto no se reparte de forma ajustada en la pareja. Es fundamental no dar por hecho lo que le corresponde a cada parte ni asumir responsabilidades sin esperar que la otra persona intervenga. Cuanto más intencionales seamos en éste área y más abiertamente expliquemos lo que esperamos de nuestra pareja más fácil será asumir corresponsabilidad.
La comunicación asertiva nos acerca
Hay muchas formas de decir las cosas, pero el “lo digo como lo siento” no siempre es el más acertado. Existen muchas estrategias que pueden acercarnos como la escucha activa, escoger momentos donde haya mayor receptividad, reforzar los aspectos positivos de la pareja. Sobre todo, es importante entender que la comunicación puede acercarnos o alejarnos, así que no sólo importa el mensaje, si no el cómo lo decimos y el objetivo que queremos conseguir al decirlo.
Generar alianzas y no enfrentamientos
Cuando criamos en pareja es imprescindible el concepto de equipo. Queremos lo mejor para nuestro hijo o hija por lo que mostrar una mirada amable y positiva a nuestra pareja es primordial para hacerla entender que estamos en el mismo lado. Es mejor ser cómplices que competir.
Las diferencias en la crianza hay que abordarlas bien
Corregir a nuestra pareja delante de nuestros hijos o hijas no suele ser buena idea, ya que pueden surgir sentimientos de cuestionamiento o de desaprobación que violenten la situación. A no ser que sea algo grave, habitualmente podemos buscar un momento aparte para explicarle cómo hemos vivido la situación y buscar alternativas en conjunto. Además de esto, cuando nos damos cuenta que estamos utilizando una estrategia con nuestros hijos o hijas que no nos está dando los resultados esperados y de la que nos está costando salir, pedir “relevo” a veces puede ayudarnos. Esto no significa mostrar debilidad, si no utilizar la fortaleza que nos aporta contar con alguien más en la crianza.
Alternar genera espacios de descanso y desarrollo individual
Tener un apoyo que nos facilite encontrar momentos individuales y a quien podamos ofrecerle la posibilidad de encontrar su espacio, hará que podamos contar con momentos de desarrollo individual, lo que enriquecerá nuestra pareja y la crianza.
Por último, recordemos que, aunque seamos más de dos en la familia, podemos seguir siendo una pareja y por ello es importante invertir en la otra persona para, aunque tengamos menos tiempos de intimidad, que sean de calidad. Mantener una relación positiva en la pareja cuando se pueda contar con ella facilitará disfrutar de una crianza rica y compartida.