Existen pocas experiencias a lo largo de la vida que sean tan significativas y a la vez tan gratificantes para una persona como el nacimiento de un hijo o hija.
Ser padres y madres produce sentimientos muy positivos y una gran satisfacción, pero también exige una gran dedicación y esfuerzo. Además, desde ese momento comenzamos a desarrollar un papel hasta ahora desconocido y distinto al que veníamos desempeñando, que era de hijo o hija, hermana, hermano, etc.,
El acontecimiento de ser padres o madres supone hacer algunas modificaciones en los hábitos y rutinas de nuestro día a día. Aunque no hay dos familias iguales, en general esos cambios suelen ser comunes para todas las personas implicadas en la llegada de un bebé. Los retos de esta nueva etapa, así como muchos otros aspectos relacionados con la crianza de nuestros hijos e hijas son los que intentamos abordar desde el PAIF en nuestros grupos para familias, ya que en ocasiones creemos que solo nos suceden a nosotras y nosotros pudiendo llegar a desbordarnos o a experimentar sentimientos encontrados. Cuando los compartimos podemos entender mejor por qué suceden y como sobrellevarlos de la mejor manera posible. Sobre esto os vamos a hablar ahora, cuáles son los cambios más comunes y las diferentes maneras de afrontarlos para hacer que podamos disfrutar de cada momento que nos brinda la crianza de una manera enriquecedora.
Los cambios y las distintas formas de afrontarlos las podemos agrupar de la siguiente manera:
Cambios personales
Cuando nos convertimos en padres o madres, vemos cómo cambia nuestra vida de manera significativa. Nos vemos en la necesidad de compaginar nuevas tareas y responsabilidades con el resto de cosas que hacíamos anteriormente. Esta nueva etapa conlleva cambios en los hábitos cotidianos. Es importante ser conscientes que estos cambios que pueden parecer muy estresantes al principio, son pasajeros y que nos adaptaremos a ellos. Nuestro tiempo, nuestras fuerzas y nuestro descanso (que no siempre es suficiente) gira en torno al nuevo miembro de la familia y eso es natural. Necesitamos atender sus necesidades y funcionar contando con sus ritmos, que habitualmente no son los que teníamos integrados. Sentir cansancio y con la sensación de habernos desplazado para hacerle su sitio (¡¡¡aunque tienen un tamaño pequeño a veces parece que lo llenan todo!!!) es normal y no necesitamos sentirnos culpables por desear recuperar algo de espacio personal. Hay que pensar que nuestro tiempo libre se va a ver reducido y que quizá tendremos que cambiar algunas cosas en nuestro día a día. No obstante, y de manera progresiva será positivo intentar encontrar tiempo para nosotras y nosotros, para cuidarnos, para seguir compartiendo nuestras aficiones, para descansar.
Cambios en la relación de pareja
Posiblemente a la llegada de nuestro hijo o hija cuando se realiza en pareja sentiremos que tenemos menos tiempo para disfrutar juntos, que nuestra pareja nos dedica menos tiempo y que los conflictos y desacuerdos parecen aumentar, es normal que la nueva incorporación provoque esto y que nuestra forma de hablarnos o nuestra paciencia se vea modificada.
Aceptar estos cambios en la relación de pareja cuando se tienen hijos o hijas forma parte del proceso de adaptación a la nueva vida. Cuando los miembros de una pareja comparten los cuidados, la crianza de un hijo o hija se convierte en una experiencia muy especial. Si potenciamos la relación de apoyo y confianza nos ayudará a afrontar los retos que la maternidad y la paternidad trae consigo. Es muy importante hablar, no dar las cosas por sentado y sobre todo preguntar cómo está viviendo nuestra pareja esta experiencia. Esto nos permitirá acercarnos, comprendernos y apoyarnos, que falta hace.
Los cambios físicos y psicológicos
Si has sido mamá además de los cambios comunes a los miembros de la familia implicados en la crianza, también habrás experimentado a nivel físico alguno, aunque durante el embarazo hayas procurado cuidarte inevitablemente la figura se ve alterada y debes aprender a aceptar y disfrutar de tu nuevo aspecto, que sigue siendo igual de bello que el anterior. No necesitamos “recuperarnos del embarazo” como si éste fuera una enfermedad. El cuerpo de las madres es increíble y los procesos para gestar un bebé son muy complejos. Por eso es fundamental apreciar el trabajo y esfuerzo que hace para traer a nuestra hija o hijo al mundo. A nivel psicológico las mamás también experimentan cambios. Debemos entenderlas y empatizar con ellas, facilitando sus procesos y atendiendo sus necesidades emocionales. Ser madre es un camino distinto para cada una y si hay dificultades en él es importante apoyar o incluso buscar ayuda para preservar la salud mental y emocional de la mujer.
Los cambios en el trabajo
Una de las facetas que también se verá afectada con la llegada de la parentalidad es la situación laboral. Hoy en día es habitual que ambos miembros de la pareja trabajen fuera del hogar y tengan que recurrir a algún tipo de ayuda para cuidar a su hijo o hija, Aunque se cuente con apoyos, es normal que el desempeño laboral se vea afectado y que, en ocasiones nuestro rendimiento en el trabajo disminuya. Es lógico que tengamos menos tiempo o nos sintamos más cansadas o cansados, hay que tenerlo en cuenta para aceptar esta situación.
No existen soluciones ideales y comunes para todas las familias, Cada uno debemos tener en cuenta nuestras circunstancias concretas y meditar la decisión sobre cómo organizarnos teniendo en cuenta cómo afectará la decisión a la pareja y al resto de la familia
Cambios en la organización de la vida familiar
Debemos también introducir una nueva organización en la vida familiar. La nueva organización de la vida cotidiana debe hacerse, ante todo, de acuerdo con las necesidades del niño o niña, pero también en función de nuestro propio estilo personal y familiar. No debemos olvidarnos que disfrutar de cada vivencia y compartirlas con nuestro entorno es uno de los objetivos de una parentalidad responsable.
Tenemos que ofrecer a nuestros hijos e hijas un entorno familiar adecuado en el que nosotros nos sintamos bien y disfrutemos de la crianza como un momento único. Reorganizaremos la vida familiar y para ello, es necesario que tomemos algunas decisiones.
Si decidimos que necesitamos la ayuda de otras personas, debemos comprobar que sea responsable, paciente cariñoso o cariñosa y que sea capaz de seguir nuestras indicaciones y atender a nuestro bebé en función de nuestros principios y valores de crianza siempre que sea posible. Las personas implicadas en el proceso deben buscar un objetivo común que es el mayor beneficio para el nuevo miembro de la familia,
Cambios en las relaciones sociales
Es importante apoyarnos en las personas cercanas y que nos aporten confianza. Sentirse acompañada o acompañado en la crianza desde el primer momento es fundamental. En ocasiones nuestros hábitos tienen tantos cambios que puede hacer que notemos cierta distancia con nuestro círculo social habitual, pero poco a poco podremos ir recuperando espacios. La crianza también es una oportunidad para ampliar nuestro círculo de amistades y conocer a otras personas que están en la misma etapa que estamos viviendo.
Ahora que ya sabemos cuáles son los cambios más importantes que podemos experimentar como madres y padres, toca relajarnos y disfrutar de la maternidad y de la paternidad y no desperdiciar ningún momento con nuestros hijos e hijas, porque todos y cada uno de ellos son irrepetibles y únicos.