Convertirse en madres y padres es un reto continuo, conlleva cambios en lo personal y familiar, en lo laboral, en las relaciones de pareja… cambios que requieren de readaptaciones tanto en la familia como fuera de ella. Puede que nos cree dudas y nuevas preocupaciones, pero también nos ofrece otras oportunidades. Y siendo honestos, todas y todos lo hemos dicho alguna vez:
«A menudo me desbordo, ¿es que no lo estoy haciendo bien? «
Cada familia vivirá estos cambios de una forma diferente, en mayor o menor grado. El hecho de sentirse insatisfecho o desbordado no significa ser una “mala madre” o un “mal padre”. Estos sentimientos son normales, aparecen cuando tenemos que afrontar aquellas tareas y responsabilidades que suponen transformarse en madres y padres.
Puede incluso que no seamos conscientes de todas las cualidades que desarrollamos en esta etapa de la maternidad o de la paternidad, y no son pocas. Pensemos en la capacidad de esfuerzo y sacrificio que conlleva la crianza; en la organización y la gestión de recursos cuando toca planificar comidas, baños o ropa, la capacidad de motivación cuando nuestros hijos o hijas necesitan “un empujón”, la perseverancia y la constancia cuando ayudamos en los deberes, el trabajo en equipo y el liderazgo cuando organizamos cumpleaños o cenas familiares, la iniciativa cuando las circunstancias lo exigen, la comunicación, el cariño y un largo etcétera.
La clave: La autoestima
Es de gran importancia reconocer y valorar nuestros aspectos más positivos
Percibirnos como personas hábiles y valiosas y confiar en nuestras capacidades será clave para alcanzar los nuevos retos con los que nos topamos durante la vida, como lo es convertirse en madres y padres. Nuestro sentimiento para llegar al éxito y nuestra valía personal dependerán de la actitud que tengamos hacia nosotros, es decir, de nuestra autoestima.
A veces podemos fallar, es algo más que forma parte del proceso, en ningún caso nos debilita como persona. Así que, adelante a decir “no” sin miedo, a buscar más tiempo para nosotros, a autocuidarnos, a respetarnos… Y es que, promover nuestro bienestar, fomentará las emociones positivas en nuestros hijos e hijas. Una mirada positiva hacia nosotros será una gran aliada en la aventura de la crianza.
Y tú, ¿reconoces tus puntos positivos? ¿Sabes cómo hacerlo? Deja un comentario con tus preguntas.
Equipo PAIF